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EX-traños

9 enero 2011

En la lucha entre uno y el mundo, hay que estar de parte del mundo.
-F. Kafka

Quien busca no halla, pero quien no busca es hallado.
-F. Kafka

Una mañana al despertar; un día mientras pedaleas por los canales; al cerrar el grifo tras una ducha en una fría mañana de diciembre; con el sonido de la cena cocinándose en la sartén de fondo; al darse la vuelta en mitad de la noche, en una cama demasiado grande, y demasiado llena de recuerdos para uno solo. En una estación, en el mismo instante en que la pierdes de vista, o antes aún, cuando vuestro abrazo se deshace, y vuestros labios se gritan que no están preparados para separarse todavía.

Es en ese instante, cuando algo te sacude y te dice, te grita desesperadamente, en un intento, de que veas con la evidente claridad con la que lo vería cualquiera, que ya no sois extraños. Que es impensable que pudierais haberlo sido alguna vez. Que nadie te abrazó igual. Que nadie cuidó de tus sueños de la misma manera. Que os pertenecéis. Que ahora existe un vínculo. Que ya siempre habrá existido.

Hay muchos momentos para darse cuenta, por primera vez, de que se echa de menos a alguien. De que todo parece peor, si al final del día, no te susurra y te abraza. Que la rutina es demasiado aburrida, si no le sumas vuestro propio mundo, vuestra rutina. Que os rodea un aura de magia, de cosas tan privadas que aunque las contarais al mundo seguirían siendo SÓLO (Lo siento mucho, señores de la RAE) vuestras. Que ya no quieres imaginarte viajar a ningún sitio, si no es con ella.

Que harías no diez, sino cien años de guerra con Troya, por una sonrisa suya.
Que cada mañana, tienes un motivo mejor que todos los demás, para salir de la cama.

Hay muchos «ahoras», (que son los únicos momentos que importan) para darse cuenta de que da igual no querer algo; no esperarlo. Que te aterre y te complique. Que te desvíe de aquellos planes que habías trazado meticulosamente para tu vida. Que tú nunca quisiste conceder a nadie el poder de hacer y deshacer nudos en tu garganta. A veces, simplemente, hay que tirarse a la piscina, y yo, pobre imbécil, sólo sé nadar sin salvavidas.

Hay muchos miedos que te harán dudar. Muchos fantasmas de pasados y futuros. Muchos «y si»s y muchos deseos vacíos y curvas prohibidas. Llegarán pensamientos que te rebelen que estás, de nuevo, arriesgándote a ver como te sustituyen y te olvidan. Te entierran. Desapareces y te ves, otra vez, obligado a reinventarte; a recoger los pedazos y recomponerte.

Y al final, entenderás que en este juego la cabeza no cuenta. De que algo, dentro de tí. De tu yo más primario y más auténtico, ya se ha dado cuenta de el valor infinito del vínculo, la unión, lo privado, Ella. Algo que ya ha decidido por ti, por todo tú, infectando, cada milímetro de tus pensamientos, de su fragancia y su sonido. Nosotros.

Nunca me ha dado miedo reconocer que echo de menos, mi único miedo ha sido que no lo quisieran escuchar.
Tal vez todo lo que he escrito hoy no sea más que una tontería, ¿qué le voy a hacer si te echo de menos?
Yo sólo quiero ser tuyo y que seas mía.

Cuidame

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  1. 10 enero 2011 10:11

    CANTO XIV 197 Contestóle dolosamente la venerable Hera:
    Dame el amor y el deseo con los cuales rindes a todos los
    inmortales y a los mortales hombres.

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